sábado, 29 de diciembre de 2012

CINCO CAPILLAS CON HISTORIA

 
 
 
 
La iglesia parroquial de Santa María de Deba, Monumento Nacional del Estado desde el año 1931, es una de las grandes joyas de la arquitectura religiosa vasca.
Levantada en el siglo XV sobre una primitiva iglesia del siglo XIV, fue ampliada en el siglo XVI y concluida en el XVII. La financiación del templo corrió a cuenta del vecindario debarra, de ahí que, desde hace siglos, la fachada principal del templo luzca con orgullo el escudo de la villa.
Uno de los elementos más interesantes de este monumental templo son sus capillas góticas, construidas en el momento de mayor esplendor de la población.

Fue ése un momento en el que los impuestos procedentes del tráfico de lana castellana y de productos manufacturados exportados a Inglaterra, Francia, Flandes y otros países europeos, contribuyeron al enriquecimiento de la villa. Ni qué decir de los beneficios procedentes de las sustanciosas campañas balleneras a Terranova, organizadas éstas por familias locales, o de las también sustanciosas campañas corsarias en las que el rey se beneficiaba de una quinta parte del botín, "quinto real ", pero el armador de la nave, los tripulantes y de paso, la iglesia y el pueblo debarra en general, también fueron partícipes directa o indirectamente de aquellos beneficios.

De las seis capillas que hoy podemos visitar en la iglesia parroquial de Santa María de Deba, cinco de ellas fueron construidas para servir de oratorio y enterramiento a las más poderosas familias debarras de los siglos XV-XVI. La sexta, fue sacristía hasta que en 1714, finalizada una nueva, aquella pasó a desempeñar funciones de capilla.

Las cinco capillas privadas son una especie de libro abierto en el que han quedado escritos importantes pasajes de la historia de Deba, algunos de ellos dignos de la mejor película de acción. Pertenecen a los linajes de Irarrazabal, Sasiola, Zubeltzu, Aguirre y Andonaegui. Todas ellas tienen una gran historia; algunas, incluso leyenda.
He aquí algunas breves reseñas históricas de estas capillas y de sus propietarios. 

Capilla de los Irarrazabal, o de la Misericordia
Fue construida por la más importante de las familias debarras, prebostes de la villa desde su fundación en 1343, de ahí que ocupe un lugar preferencial: la primera en el lado del evangelio. Hasta hace unas décadas, esta capilla era también conocida con el nombre de "Valparaíso" o del "marqués de Valparaíso". Más adelante explicaré los porqués de esta curiosa denominación.

 
La casa solar de los Irarrazabal, desgraciadamente ya desaparecida, estaba situada a la salida del pueblo, en el barrio de Artzabal. Existen algunas vagas referencias sobre la antigua torre medieval pero en realidad lo único que se conserva de esta familia es el topónimo de un caserío situado junto al lugar donde se ubicó la torre, y la capilla-sepulcro de la familia, situada en la iglesia parroquial.
 
Sepulcro de los Irarrazabal o de Valparaiso. El paso del tiempo ha hecho que
las figuras talladas en la piedra se vean con dificultad.
En el centro se puede apreciar un caballero armado con espada y escudo
flanqueado por un hombre con lanza y otra figura sedente.
En ambos laterales, dos escudos irreconocibles, debido al desgaste de la piedra,
sostenidos por dos leones rampantes. Es de suponer que al menos uno de los
escudos sea el de los Irarrazabal.

En septiembre de 1394, siendo alcalde de Deba Fernán Miguelez de Irarrazabal y preboste Juan Ruiz de Irarrazabal, reunido el concejo en el interior del templo, fueron aprobadas las primeras ordenanzas de la villa de Deba, consideradas las más antiguas de Gipuzkoa ya que tres años más tarde, en 1397, verían la luz las primeras ordenanzas de la Hermandad de villas de Gipuzkoa.
 
Los Irarrazabal, además de ser dueños de diversas ferrerías,molinos, lonjas y cargaderos, fueron constructores y propietarios de barcos dedicados al comercio, al corso, o a la caza de la ballena en aguas de Terranova. Uno de ellos fue Martín Ochoa de Irarrazabal, alcalde de Deba en 1570, importante mercader, ballenero y capitán de mar, generalmente a bordo de sus propias naves al servicio de la corona. Murió  de un tiro mientras luchaba contra los ingleses a bordo de la nao "Felipe y Santiago" una de las naves de la conocida como "Armada Invencible".
 
Otro miembro destacado de esta familia fue Francisco de Andia Irarrazabal, nacido en Deba en 1536; caballero de la Orden de Santiago, paje en la corte del príncipe y más tarde rey, Felipe II, a quien acompañaría a Inglaterra para sus desposorios con María Tudor. Poco después embarcaría para América, llegando a Chile junto a su gran amigo, de origen bermeotarra, Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de la inmortal obra literaria " La Araucana".
 
Su hijo, Francisco de Andia Irarrazabal y Zarate, nació en Chile el año 1576 aunque pasó la mayor parte de su vida en Europa. Primogénito de siete hermanos fue sucesor de las casas de Andia en Tolosa y de Irarrazabal en Deba, población esta última donde había nacido su padre.
Su historial es de lo más interesante pues prácticamente no hay guerra ni cargo donde no se le nombre. Fue el chileno con más cargos y títulos, tantos que merece la pena hacer mención de, al menos, algunos de ellos:
Caballero de la Orden de Santiago, Trece de esta Orden, Comendador de Villoria y de Aguilarejo, primer vizconde de Santa Clara, Maestre de Campo General de infantería española, Veedor General del ejercito de Flandes, Gobernador de las armas del reino de Murcia, Gobernador y Capitán General de las Islas Canarias, Gobernador General de Chile, Gobernador General de Gibraltar, Capitán General de Orán y Mazarquivir, Virrey de Galicia, de Navarra y de Sicilia, Consejero de Estado y Guerra de Felipe IV, Gobernador de Artillería y Juntas de Guerra de Cataluña, Consejero de Guerra de Flandes, Capitán de Guardias del Archiduque Alberto y Comisario General del Ejército de Granada.
Se dice de él que sirvió a la corona sesenta años, recibiendo cuarenta y cinco heridas de guerra.
Fue cinco veces virrey, y Felipe IV le concedió el título de marqués de Valparaíso (título con grandeza de España que en la actualidad ostenta Don Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete.
Francisco Andia Irarrazabal murió en Madrid en octubre de 1659 y es muy probable, casi seguro, que como señor de la casa de Irarrazabal, su cuerpo fuese enterrado en el sepulcro de la capilla familiar de Deba. Esa podría ser la explicación a la anteriormente comentada denominación de la capilla-sepulcro como del "marqués de Valparaiso".

Haciendo mención a la personalidad de este personaje, me gustaría comentar una anécdota referente a él.
Hace unos días, interesado en conocer algún dato sobre su vida, me introduje vía cibernética en el Archivo Histórico Nacional. Mi labor fue premiada cuando conseguí hacerme con un documento fechado en 1636, momento en el que Francisco de Andia Irarrazabal era precisamente Virrey de Navarra, y año también en el que visitó Deba para supervisar la construcción de tres galeones de su propiedad que se estaban construyendo en los astilleros de esta villa guipuzcoana.
Es un documento del Consejo de la Inquisición referente a un "Proceso de fe" contra don Francisco de Andia-Irarrazabal y Zarate. Para ser breve, resumiré la anécdota diciendo que el señor Irarrazabal, Virrey de Navarra, no se cortó un pelo a la hora de imponer una severa multa al mismísimo obispo de Pamplona, don Pedro Fernández Zorrilla.   
Si Irarrazabal tenía carácter, el obispo no se quedaba atrás, pues según consta, el virrey vasco-chileno fue excomulgado con todas las de la ley, según los inquisidores, por ser sospechoso del "error de Inglaterra"; una vendetta en toda regla.  

Capilla de San Antón o de los Sasiola


Fue fundada por Martín Ochoa de Sasiola, llamado “el Tesorero” y por su esposa María Martinez de Zarauz, y en ella fueron enterrados. La capilla está dedicada a San Antón, por ser éste el santo protector del linaje de los Sasiola.
Martín Ochoa de Sasiola fue secretario del condestable de Castilla Pedro Fernández de Velasco, el hombre con más poder en el reino, tras el rey. Este miembro de la familia Sasiola fue uno de los personajes que el 25 de Noviembre de 1539, recibieron en el túnel de San Adrián al emperador Carlos V cuando entró en Gipuzkoa.


 
La capilla posee un pequeño pero precioso retablo tapizado con brocados de Flandes y muestra un maravilloso tríptico flamenco del siglo XVI que dice bastante sobre las relaciones comerciales de los Sasiola con los puertos de los Países Bajos.


El sepulcro, tallado en arenisca, luce a su derecha el escudo de Castilla-León. A la izquierda, otro intencionadamente destrozado por el cincel, que según algunos historiadores podría tratarse del escudo de la casa inglesa de Plantagenet. En el centro, en la parte inferior, el escudo de los Sasiola con la tau de San Antón y sobre éste, una talla con un jarrón de lirios alusivo a la Virgen, elemento hagiográfico mariano muy común, también presente en el sepulcro de los Aguirre.
En uno de los muros de la capilla existe una puerta cegada que en el pasado daba acceso al claustro. Tallado en el dintel de arenisca de esa puerta, en la parte del claustro, se puede apreciar el escudo de los Sasiola, propietarios de la capilla.
 
 

Los Sasiola, importante familia de mercaderes, tuvieron estrechas relaciones con la corona inglesa. No en vano, uno de sus miembros, Jofre Ibáñez de Sasiola, “El Bachiller”, tío paterno de Martín Ochoa de Sasiola, además de alcalde de Deba, formó parte del Consejo Real de Fernando el Católico, siendo también el primer embajador que tuvo el reino de Castilla-León en Londres. Curiosamente, una de sus labores en Inglaterra consistió en acordar el matrimonio entre la hija pequeña de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón, con Arturo, Príncipe de Gales. Al morir Arturo al poco tiempo de la boda, ella contraería nuevo matrimonio con el hermano de su marido, Enrique VIII, con el que tuvo una hija: María Tudor, a la que con el tiempo, los anglicanos ingleses llamarían "Bloody Mary".

El escudo labrado en el sepulcro está sostenido por dos ciervos rampantes y muestra las flores de lis de la casa de Plantagenet. Curiosamente, en algún momento, quizás debido a algún episodio corsario frente a Inglaterra, este escudo fue dañado intencionadamente con un cincel. La imagen está forzada para que puedan apreciarse con claridad las tres flores de lis y los ciervos.







Otra de sus misiones del embajador debarra fue la de terminar con las guerras de corso entre los marinos vascos e Inglaterra, alguna de cuyas paces se firmó precisamente en Deba. Así sucedió en 1473 cuando en esta villa se reunieron los marinos vascos con los embajadores ingleses.
En reconocimiento a sus méritos, Jofre Ibáñez de Sasiola fue premiado por la corona inglesa con la más importante distinción en aquel país: Caballero de la Orden de la Jarretera. Jofre murió en Zumaia donde había fundado casa tras su boda con María López de Areizti.
El padre de Jofre Ibáñez de Sasiola, “el Bachiller”, llamado y apellidado igual que su hijo, fue además de alcalde de Deba, importante mercader y reconocido corsario. Un dato históricamente interesante que demuestra la actividad de sus negocios marítimos es que en 1488 Bartolomé Colón, hermano del descubridor, viajó a Londres en una nave de Jofre Ibáñez de Sasiola, padre, la cual fue abordada por corsarios alemanes que tuvieron secuestrado al hermano del almirante y descubridor genovés durante seis años.
    
Capilla de San Juan Bautista o de los Zubelzu.

Es popularmente conocida como “capilla de la hilandera” debido a que existe una leyenda romántica local que relaciona esta capilla con sus dos protagonistas: Andra Madalen y su hija Katalintxu, ambas, según la tradición, pertenecientes la casa de Zubeltzu.
Al parecer, al menos, en ella debieron ser enterrados Fernando de Zubelzu y su esposa María de Zuazola en la segunda mitad de mil quinientos, ya que los escudos de ambas casas aparecen tallados en el frontal del sepulcro familiar.

 
Los Zubelzu procedían de la torre del mismo nombre situada en el barrio de Mardari, pero su casa, dentro de la villa, estaba situada donde actualmente se encuentra el cine “Zubelzu”.
Esta familia era propietaria de naos destinadas al comercio, al corso, o a lo que hiciese falta. Así  tenemos que la nao "Concepción Mayor", de 486 toneladas y dieciséis cañones, propiedad de Juan Pascual de Zubelzu, fue una de las seis naves debarras que formaron parte de la Armada Invencible. Al mando de la nao iba su propio hijo, Manuel López de Zubelzu quien, como el resto de las naves de esta población, pudo arribar a puerto tras la desastrosa expedición.
Esta capilla está considerada como una de las más bellas del arte gótico en Euskal Herria.
En el friso labrado sobre el sepulcro se aprecia un Cristo crucificado, flanqueado por los doce apóstoles. El frontal del sarcófago muestra varios escudos heráldicos así como una escena del bautismo de Jesús y varios monjes orantes en procesión.
Arriba, dos bellas vidrieras que hacen referencia a los dos personajes protagonistas de la leyenda de La Hilandera: Anrdra Madalen y su hija Katalintxo.



Capilla de San Pedro
o de los Aguirre  
 
Perteneció a la poderosfamilia de los Aguirre, emparentada con las familias locales de los Sasiola y de los Irarrazabal. En ella fue sepultado en 1593 Fernando de Aguirre, pagador de armas y criado del rey Felipe II. Refiriéndose a él, el diplomático y político Luis López de la Torre Ayllón y Kirsmacker escribió:
“Este don Fernando fue uno de aquellos secretarios de Felipe II, a quienes el monarca confiaba el desempeño de cargos o comisiones especiales.
Residía por lo común en Guipúzcoa, y allí atendía a la fabricación y pago de las armas destinadas a las huestes españolas”.
Su casa, situada en la calle del Astillero es, junto a la de los Sasiola, uno de los dos edificios que se conservan, pertenecientes a las familias propietarias de capillas en la iglesia parroquial de Deba.

 
Los Aguirre fueron importantes mercaderes y marinos ocupando relevantes puestos tanto en la mar como en tierra. Uno de ellos, San Juan de Aguirre, fue almirante de una escuadra de la armada del mar océano y posteriormente Almirante General con don Alonso de Bazán.
 Debido a la unión de miembros de la familia Aguirre con los Irarrazabal, en esta capilla están enterrados varios Irarrazabal casados con mujeres de la familia Aguirre.
El sepulcro, como el de las demás capilla está tallado en piedra arenisca y muestra la escena de la anunciación de la Virgen. Entre el ángel y la Virgen puede apreciarse el jarrón con los lirios, elemento que hace referencia a la madre de Jesús.
 

Capilla de Santo Domingo o de Andonaegui
 
 
Perteneció a la familia Andonaegui, de la casa conocida como “Deva-echea” o “Comendadorecua” situada en la calle actualmente denominada Lersundi.
En esta capilla está enterrado Juan de Andonaegui, comendador de la Orden de Caballería de San Lázaro y secretario durante once años, de la embajada de España en Roma, en tiempos de Felipe II.
Hombre políglota, se dice de él que hablaba siete idiomas. Fue responsable de la correspondencia cifrada entre el rey español y el papado, incluida la referente a la batalla de Lepanto.
 
Los papas Pío V y Gregorio XIII le concedieron numerosas gracias y privilegios, tanto a él como a la iglesia parroquial de Deba y a su propia casa, destinada al parecer a convertirse en convento de monjas donde pensaban ingresar sus propias hijas. No se sabe si efectivamente su casa, "Deva-echea", pasó a convertirse en convento. Lo que si sabemos es que sus hijas ingresaron en la orden de las madres Brígidas tomando los nombres de Mencia de Jesús María y de Engracia de Christo y que fueron cofundadoras, junto a Doña Marína Escobar, del convento de Brígidas de Valladolid, así como otro convento de la misma orden en Vitoria.
 
Las gracias para con Don Juan de Andonaegui no solo llegaron de los papas, ya que Felipe II,  le otorgó una pensión vitalicia de mil ducados anuales.
Cuentan de él, que debido al intensisimo esfuerzo al que sometió a sus ojos por
motivo de su profesión, fue perdiendo visión hasta el punto de quedarse practicamente ciego. Y efectivamente parece ser cierto, pues en dos cartas suyas fechadas en Madrid en julio y noviembre de 1584 y dirigidas a su colega Cristobal de Salazar, secretario de la embajada española en Venecia, Andonaegui le agradece el envío de unos anteojos para su gran miopía, encargándole le haga llegar seis pares más.