miércoles, 15 de febrero de 2017


PEDRO DE DEBA Y JUAN PÉREZ DE LOYOLA
 LA SINGULAR HISTORIA DE LA APROPIACIÓN ILEGAL
DE UNA NAO DEBARRA
 
 
Una de las góticas capillas-sepulcro de la iglesia de Deba es la conocida como capilla de Andonaegui.
Es creencia generalizada, aunque errónea, que dicha capilla fue construida por don Juan de Andonaegui, comendador de la Real Orden de Caballería de San Lázaro y señor de la casa conocida en su tiempo como “Devaechea” o “Comendadorecua”.
La segunda de estas denominaciones queda claro que se debe al título de comendador que ostentó quien allí se halla enterrado, el citado Andonaegui. Los porqués de la primera, es decir, “Devaechea” , es cosa que pretendo desentrañar en este artículo. Un dato interesante a resaltar y del que en varias ocasiones hace mención el historiador Patxi Aldebaldetrecu  es que, según la tradición, la casa “Devaechea” fue la primera levantada en esta villa, lo que viene a demostrar su antigüedad.
 
Durante mucho tiempo he pensado que en el espacio cronológico existente  entre la construcción de la capilla donde fue enterrado don Juan de Andonaegui, secretario de Felipe II ante el Estado Pontificio, y el propio personaje, había algo que no cuadraba. No cuadraba porque la capilla es anterior al nacimiento de don Juan de Andonaegui.
Intrigado por descubrir los orígenes de la casa “Devaechea” me di el gusto de “gastar” mi tiempo en averiguar quiénes fueron los señores de dicha casa y más concretamente quién fue el que ordenó construir dicha capilla. Mi búsqueda tuvo una interesante recompensa.
 
 
La familia Deba o Debaide
Uno  de los apellidos más antiguos de la villa de Deba es precisamente el de Deba, Deva, Debayde, Debaide o de Baide, (aparece escrito de diversas formas) , cuyos miembros fueron lógicamente quienes crearon la casa conocida como “Devaechea” que en castellano sería traducido como casa de los Deba.
Los primeros  Deva, Debaide o Debaechea , repito que aparecen citados de muy diversas formas, lo hacen en dos documentos. El primero está  fechado el 19 de noviembre de 1471 y en él aparecen  Ochoa Martines de Deuayde, fiel  regidor de la villa, y Miguell de Debayde, testigo en la firma del documento; curiosamente el primero escrito con “u” (v) y el segundo con “b”.
En el otro documento, fechado el 6 de febrero de 1476, vuelve aparecer  el mismo Ochoa Martines de Deuayde,  pero esta vez lo hace como Ochoa Martines de Debaeche, firmando  en calidad de mayordomo de la cofradía. También aparece en ese documento un tal don Pedro de Deba (vicario) quien al final del documento es nuevamente nombrado como Pedro Debaide. Este don Pedro de Deba o Debaide no es el mismo al que se hace referencia en la cabecera de este artículo aunque muy probablemente sería algún familiar muy directo. 


Hipotética imagen del puerto de Deba en el s.XV, época en la que se desarrollaron los hechos descritos. 
Ilustración de J.I. Treku. © Kaioa asp.  
   
Los miembros de esta antigua casa, al igual que los de otras poderosas  familias de la primitiva villa,  fueron gente de mar  y sus barcos se dedicaron, como veremos ahora, tanto al comercio marítimo como a la guerra.
Es ahí donde comienza una interesante historia sobre dos no menos interesantes personajes llamados  Pedro de Deba y Juan Pérez de Loyola; el primero, señor de la casa del mismo nombre y propietario de uno de los barcos que formaron la primera armada de la corona castellana en tiempos de los Reyes Católicos, la conocida como “Armada de Vizcaya”.
El segundo, el  mayor de los once hijos de Beltrán Ibañez (Yañez) de Loyola, señor de Oñaz y de Loyola. Recordar que el benjamín de los hijos de don Beltrán y hermano pequeño del capitán del barco debarra era Iñigo de Loyola, con el tiempo San Ignacio de Loyola.
Cuando en 1.492  se crea dicha armada, compuesta por seis naves, es nombrado Capitán General  de la misma el lekeitiarra Iñigo de Artieta. El propietario de una de estas naves, una nao de 220 toneles (264 toneladas) era precisamente Pedro de Deba, aunque su capitán era Juan Pérez de Loyola. Decir que la mayor parte de la tripulación de esa nave, tanto marineros como soldados, estaba compuesta por debarras.
A bordo de la nao de Pedro de Deba estaban embarcados también tres Loyola más
- Miguel, Lope y Juan Beltrán, este último conocido como “el Borte” o lo que es lo mismo
“el Borde”, por ser hijo bastardo de don Beltrán Ibañez de Loyola- todos ellos hermanos del capitán Juan Pérez de Loyola.
El embarque del capitán azpeitiarra a  bordo de la nao debarra en julio de 1493 debió ser algo imprevisto además de apresurado  ya que estaba alistado para acompañar a Cristóbal Colón en su segundo viaje hacia las Indias;  pero siguiendo órdenes del Rey Fernando el Católico embarcó en la Armada de Vizcaya, es decir, en la nao de Pedro de Deba.  El capitán azpeitiarra ya antes había intervenido al parecer en la guerra de Granada.
Ese mismo año, 1493, la nao de Pedro de Deba al mando de Juan Pérez de Loyola interviene en el traslado hacia el exilio africano del último rey de Granada, Muley Boabdil , y de los miembros de su corte así como el de varios miles de granadinos, concretamente 6.320 personas. La operación duró hasta febrero de 1494.

La ilustración de J.I. Treku escenifica el traslado de Boabdil a tierras africanas a bordo de las
 naves de la "Armada de Vizcaya", entre ellas la nao de Pedro de Deba. © Kaioa asp. 

También a bordo de la nave de Deba, participó el azpeitiarra en la conquista de Tenerife durante la primavera de ese mismo año, tomando parte, al parecer,  en la conocida como Primera Batalla de Acentejo o la “Matanza de Acentejo” (Tenerife), y poniéndose pocos meses después a las órdenes de Fernández de Córdoba “el Gran Capitán”  para marchar a Italia. Allí participó en las guerras de Nápoles contra Carlos VIII de Francia, falleciendo en 1.498  como consecuencia de las heridas sufridas luchando  contra el duque de Montpensier.
Pero para entonces, ¿ qué había sido de Pedro de Deba ?, ¿qué había sido de su barco?.

Pedro de Deba falleció a mediados de diciembre de 1493 "de grave dolençia", al parecer en la localidad granadina de Almuñécar lugar donde debía encontrarse en ese momento con su nao y lugar también a donde acudió su propia esposa desde Deba para recuperar la nave.
Pero una respuesta más completa de lo que posteriormente sucedió nos la proporciona un interesante documento  fechado el 14 de febrero de 1494 en Valladolid y remitido por la Real Cancillería de los Reyes de Castilla.
Se trata de una carta dirigida a quien era Capitán General de la “Armada de Vizcaya”, Iñigo de Artieta. En ella se le conmina al marino lekeitiarra para que obligue a Juan Pérez de Loyola a entregar a María Juan de Deva y de Linda, viuda de Pedro de Deba, vecino de Deba, el barco que era propiedad del armador debarra. Según el documento, la viuda de éste alegaba que la devolución de la embarcación le permitiría cumplir el testamento de su esposo ya fallecido, testamento en el que Pedro de Deba también había dispuesto enterrar su cuerpo en la capilla que mandó construir en la iglesia de Santa María de Deba.
 Esta capilla, la perteneciente a la casa “Devaechea”, es la que en la actualidad es conocida como capilla de Andonaegui y que en realidad debería ser conocida, bien por el nombre de la antigua casa o por el de quien fundó  aquella capilla antes de 1492, Pedro de Deba.



La capilla de la familia "Debaechea", construida por Pedro de Deba,
es también conocida como de Andonaegui, por haber sido enterrado en ella
el comendador Juan de Andonaegui, secretario de Felipe II ante el Estado Pontificio.
 
 
 

Arriba, las tres páginas de la carta remitida a Iñigo de Artieta por la Real Cancillería de los Reyes de Castilla instando a que Juan Pérez de Loyola devolviese a  María Juana de Linda Debaide la nao que fue de su esposo y de la que se apropió ilegalmente
el mayor de los hijos de Beltrán Ibáñez de Loyola, capitán de la nao debarra.
Foto del documento: Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 149402, 348. (PARES, Portal de Archivos Españoles).

  
Otro interesante documento que corrobora la muerte de Pedro de Deba y la consiguiente viudedad de su esposa, está fechado un día antes que el anterior, 13 de febrero de 1494. Es una carta también remitida desde la Real Cancilleria de los Reyes de Castilla ”para que se guarde la pragmática de las viudas a Mari Juana  de Baide, mujer que fue de Pedro de Deva, vecina de Monreal de Deva”.
 Resumiendo:
Cuando comienza a prepararse  la Armada de Vizcaya en 1492 Pedro de Deba está vivo, pues es propietario de una de las naos. Para entonces ya existía la capilla que hoy conocemos pues la construyó en vida.  
Cuando en 1494 la Real Cancillería de los Reyes de Castilla remite la carta obligando a Juan Pérez de Loyola a devolver la nave a la viuda de Pedro de Deba, éste ya había muerto, pues como se ha dicho anteriormente falleció a mediados de diciembre de 1493.
Algunas de las gestas en las que intervino Juan Pérez de Loyola (viaje al exilio de Boabdil y los 6320 granadinos, conquista de Tenerife, incluso el comienzo de las campañas de Italia) se realizaron estando ya muerto el armador debarra y siendo el de Azpeitia capitán de aquella nao.
El mayor de los Loyola, capitán de la nao debarra, obró de muy mala fe, quedándose con la nave, dicho sea “por la patilla”, tras el fallecimiento de Pedro de Deba, quizás pensando que su viuda se iba a quedar callada. Pero la carta enviada por los Reyes de Castilla a Iñigo de Artieta ordenando que Juan Pérez de Loyola devolviese la nave, nos demuestra  que no fue así e imaginamos que ésta  fue devuelta a su propietaria.
  
 

lunes, 6 de febrero de 2017


   Bautizados en Mutriku,

 enterrados en Deba

 El "gorputz-bide" Lasao, Bustiñaga, Urasandi.



Caseríos Lasao Haundi y Lasao Txiki en la ribera mutrikuarra de la ría del Deba.

 
Las casas de Lasao, Bustiñaga y Urasandi, aunque pertenecientes administrativamente al municipio de Mutriku (barrio de Laranga), han estado desde sus orígenes estrechamente ligadas a Deba.
Ese centenario vínculo, motivado por tan estrecha vecindad, tiene mucho que ver con que desde el punto de vista eclesiástico los moradores de las tres mencionadas casas, y más tarde los de otras posteriores situadas en la ribera mutrikuarra del Deba, hayan formado parte de la feligresía debarra, siendo generalmente bautizados en Mutriku pero enterrados en la parroquia de Santa María de Deba. Esa circunstancia, la del enterramiento, ha vinculado aún más los lazos de las gentes de esas casas con la villa debarra si tenemos en cuenta que, en el pasado, en Euskal Herria casa y sepultura han formado parte consustancial de la existencia terrenal y paraterrenal de todo individuo. Hasta tal punto fue así, que cuando se vendía la casa la venta incluía la sepultura familiar en la iglesia.
Es oportuno recordar que desde al menos el siglo XV y hasta el siglo XVIII, que lo prohíbe Carlos III, los enterramientos se realizaban dentro de los templos.

Uno de los primeros casos documentados, si no el primero, sobre la conducción de un cadáver desde una de estas casas a la iglesia de Deba está fechado en 1518 y hace referencia al traslado del cadáver de Sancha Pérez de Bustiñaga, señora de la casa del mismo nombre, a la iglesia de Deba donde tras celebrarse los funerales sería enterrada tal y como era costumbre. El traslado de una ribera a la otra a bordo de la gabarra entonces existente, no estuvo exento de problemas. El hecho de que el alcalde de Mutriku, participante en la comitiva fúnebre, embarcase hacia la orilla opuesta del río con su vara de la justicia fue tomado como una grave afrenta por las autoridades debarras quienes alegaban que la ría formaba parte del término municipal de Deba y no de ambos municipios. El caso es que apenas desembarcado el primer edil mutrikuarra en la orilla de Deba, recibió una soberana paliza siendo hecha añicos su vara.


Fachadas norte y oeste del histórico caserío Bustiñaga, dominando la entrada y salida de la ría de Deba.
Todavía hoy, las saeteras de sus muros y la gran puerta con enormes dovelas evocan el carácter
defensivo que esta antigua torre debió tener en otros tiempos.    

Desde la construcción del puente en 1866, el ritual de la conducción del cadáver, aunque prácticamente igual al de hace siglos, se realizó con una variante: el féretro, en vez de ser conducido hasta el muelle de Urasandi para atravesar la ría a bordo de la gabarra, era llevado hasta el puente para ser recibido allí por la feligresía debarra. El recorrido fúnebre se realizaba a través del gorputz-bide que desde Lasao y a través de Bustiñaga llegaba a Urasandi y desde allí al puente y a la iglesia.

Un dato interesante  sobre este recorrido, detallado además gráficamente, nos lo proporciona Anes Arrinda, párroco de Deba durante más de cincuenta años y protagonista del hecho. Don Anes nos narraba cómo habiendo muerto una señora del caserío Lasao fue en busca del cadáver por la carretera general, pasando la ría en gabarra hasta Lasao, y tras recoger allí el cuerpo, conducirlo a la parroquia de Deba a través del "gorputzbide", vía Bustiñaga-Urasandi:

" Recuerdo que allá por el año 1955, murió la Señora del caserío "Lasao" en esta mi parroquia de Deva (Guipúzcoa). La casa de LASAO dista por la carretera general un kilómetro aproximado. Pero para llegar a ella por ese camino hay que atravesar la ría en barca. Aquellos días fueron de agua y nieve.
 Fui al caserío por la carretera general, que es llana y asfaltada, a recoger el cadáver. Pero al volver con él lo hicimos por otro camino: por el "gorputz-bide", que entre barro, agua y nieve subía por una empinada loma hasta el caserío Bustiñaga. Cerca del caserío éste, se detuvo la comitiva, en un cruce de caminos vecinales, a rezar un "Pater Noster" y seguimos, desde allí para abajo, el camino más largo, que venía a salir a la casa "Urasandi".


La fotografía corresponde probablemente a la primera o segunda década del siglo XX. A la derecha la ribera debarra; a la izquierda el barrio conocido en Deba como Urasandi y en Mutriku como Urasemeti o Urazameti. Entre las casas de esta barriada podemos ver al fondo la medieval casa de Urasandi que en el pasado contó con muelle y astilleros propios. Junto a ella la casa conocida como "cuartel", y ya en primer plano la conocida como "casa del puente" o de "Patirki". Quedan ocultas las casas de Txokorrakua y de Murgi.

Gorputz-bide o kurutz-bide (literalmente camino del cuerpo, o camino de la cruz por la cruz que encabezaba la comitiva fúnebre), "iter ad sepulchrum" (camino a la sepultura) para los romanos,  eran palabras utilizadas para denominar el camino a través del cual se conducía el cadáver en dirección al lugar de enterramiento. El camino (gorput-zbide) a través de Bustiñaga es el que hasta hace pocas décadas utilizábamos quienes nos dirigíamos a Lasao. Desgraciadamente, según he podido comprobar en fechas recientes, ese histórico gorputz-bide ha quedado totalmente cerrado debido a las zarzas y a la falta de mantenimiento. Resaltar que los "gorputz-bides" históricamente han implicado servidumbre de paso, no pudiéndose construir en sus inmediaciones ni ser vallados ni cerrados.


Aunque la imagen no corresponde al gorputz-bide Lasao-Bustiñaga-Urasandi, sino al de un cortejo fúnebre por el goputz-bide, en Orexa (Gipuzkoa), sirve para ilustrarnos sobre el tema.  Reconstrucción para el film Gipuzkoa erremin. Fot. Iñaki Linazasoro, 1977
 
Croquis realizado y firmado por Anes Arrinda, párroco de Deba, para explicar el recorrido en 1950 desde Lasao a la iglesia de Deba a través del Gorputz-bide. El croquis muestra interesantes notas manuscritas como "aquí, en un cruce, rezar un "Padre Nuestro", “Este recorrido lo he hecho en invierno, con muy mal tiempo, siendo párroco de Deba” o “Después empezaron a pasarlos por la ría a la carretera y allí coger el automóvil de la Funeraria”.
 
José Mari Egaña Albizuri, de ochenta y tres años, nacido en la ya desparecida casa de Urasandi y hoy residente en el caserío Urasandi Berri, es el vecino de más edad de todos los nacidos en ese barrio ribereño del Deba. Al igual que su padre, sus hermanos (uno de ellos ex-párroco de Deba) y sus hijos, no así sus nietos, fue bautizado en la iglesia de Mutriku y los ya fallecidos fueron enterrados en Deba; eso sí, todos ellos han sido y son feligreses de la iglesia de Deba, al menos en la práctica.
Echando mano de su privilegiada memoria, afirmaba que el año 1939 un vecino del caserío Lasao Haundi, hermano de José Mari Ulacia, tras su fallecimiento fue enterrado en Astigarribia, un hecho poco habitual. También me informaba que él mismo había participado hace años en el traslado del cadáver de Francisco Urquiri, del caserío Lasao Txiki, a la iglesia de Deba, a través del gorputz-bide. Asimismo afirmaba que lo habitual era que el cortejo fúnebre desde la casa del fallecido hasta el puente  fuese presidido por un cura de Mutriku acompañado de un monaguillo que portaba la cruz, y que llegados al limite entre los dos municipios, en el puente, donde se encontraba la mesa mortuoria y donde se rezaba un responso, tomase el relevo un cura de Deba. Recuerda también que el año 1953, tras el fallecimiento de Saturnina, viuda de Muniozguren, de la casa Goiz-alai, no se colocó la mesa en el puente debido a las torrenciales lluvias e inundaciones, siguiendo de largo la comitiva hacia la iglesia debarra.

José Mari Egaña Albizuri, nacido en la histórica casa de Urasandi, ya desaparecida, es el
vecino de más edad de los nacidos en el barrio de Urasandi.
Mari Conchi Urquiri, setenta y cinco años, propietaria del caserío Bustiñaga, narraba otro hecho acaecido también hacia la década de los cincuenta pero con la particularidad de que en aquella ocasión y por fuerza mayor, no fue utilizado el gorputz-bide. Años antes lo había escuchado también de boca de Anes Arrinda.
Había fallecido un morroi (criado) del caserío Lasao Haundi llamado Ramón Galdós "Txartxa", pero al estar cerrado el gorputz-bide debido a un desprendimiento de tierras y al barro producido por unas torrenciales lluvias, hubo que pasar el féretro con el cadáver a la orilla opuesta a bordo de la gabarra y a través del barrio de Artzabal conducirlo a la iglesia de Deba.

Esta bella fotografía, probablemente de los años cuarenta del siglo XX, nos muestra el paso de gente desde Lasao (Mutriku) a la orilla debarra. Al timón José Mari Ulacia Urquiri. Además del paso de personas y en contadas ocasiones el de los fallecidos, la gabarra también era utilizada, yo mismo fui testigo de ello, para el paso de una pareja de bueyes con su correspondiente carro. Hay que tener en cuenta que el caserío Lasao tenía y sigue teniendo tierras de cultivo en ambas márgenes de la ría.     

Preguntada Mari Conchi  sobre dónde habían sido bautizados y enterrados sus padres, comentaba que habían sido bautizados en Mutriku y enterrados en Deba, lo que corrobora lo que fue una práctica habitual en estos caseríos a lo largo de la historia: bautizos en Mutriku, enterramientos en Deba. Ella misma afirmaba haber sido bautizada en Mutriku, aunque es feligresa de la iglesia de Deba.   

El matrimonio formado por José Mari Ansorregui  y Mari Conchi Urquiri junto a su nieto Haritz,
 curiosamente bautizado en la iglesia de Santa María de Deba.
 
Cuando, tras la construcción del puente en 1866, la comitiva fúnebre llegaba a éste a través del gorputz-bide, el féretro era depositado sobre una mesa, a la altura de donde se encontraban la argolla y cadena que indicaban la divisoria entre los dos municipios. Dicho límite lo marcaba y creo que aún hoy sigue marcándolo el cauce madre del río, es decir, la parte más profunda del cauce. El enganche de aquella argolla podemos verlo todavía.


Jesús Mari Albisu "Murgui" señala el gancho que marca el límite entre los municipios de Mutrikuy Deba. En este punto era donde la tradición mandaba que se colocase la mesa mortuoria para el rezo de un breve responso y el posterior traslado del cadáver a la iglesia y al cementerio de Deba.
 
Jesús Mari Albisu "Murgi" , de ochenta y dos años, aunque nacido circunstancialmente en Zumárraga, se crió desde niño en la casa conocida como de "Murgui", la misma donde nació su padre, Simón Albisu. Siguiendo la vieja costumbre, tras su fallecimiento, Simón fue enterrado en Deba, al igual que todos los fallecidos en esa casa.
Jesús Mari recuerda cómo hasta los años cincuenta del pasado siglo XX en el desván de su casa, situada al otro lado de la ría, a la salida del actual túnel, se guardaban la mesa sobre la que era depositado el féretro, el paño negro que la cubría, una cruz y el acetre con el hisopo utilizado para bendecir al cadáver.
Para remarcar la importancia del lugar exacto en el que debía colocarse la mesa con el féretro, Jesús Mari nos narra un hecho acontecido hacia los años cuarenta del pasado siglo y del que él mismo fue testigo siendo un chaval:

Había fallecido un vecino de alguna de estas casas situadas en la orilla mutrikuarra de la ría  y como de costumbre el féretro fue colocado en el lugar que obligaba la tradición, es decir, junto a la argolla. Había llegado a Deba un sacerdote nuevo llamado don Paulino Goitia que desconocía la vieja costumbre, y al ver que la mesa con el cuerpo del finado se encontraba más cerca de la orilla de Mutriku que de la de Deba, ordenó que los acercasen a la parte debarra. 
Ante la negativa y las protestas de los familiares del fallecido alegando que el lugar donde se encontraban mesa y difunto era el que marcaba la tradición, el sacerdote decidió pedir consejo a uno de los hombres con más crédito en el pueblo y cuya palabra debía ser el mejor aval para el clérigo. La persona seleccionada fue Tomás Lazcano, padre de Paco Lazcano a quien los debarras maduros aún recordamos. Tras la confirmación del señor Lazcano de que, efectivamente, el lugar donde se encontraba el cadáver era el correcto por marcarlo así la tradición, el sacerdote dio su brazo a torcer y se acercó hasta el lugar señalado para  recoger el cuerpo y trasladarlo a la iglesia de Deba.


La ya desaparecida casa de Murgui estaba situada junto a la boca del actual túnel.
Derribada el tres de noviembre de 2003, en su ganbara se guardaban la mesa
 mortuoria con el paño negro, así como la cruz y el hisopo con su acetre. 
 

Otro interesante dato, también aportado por Jesús Mari Albisu "Murgi", hace referencia a un hecho ocurrido hacia el año 1947. Sucedió que en la parte de Mutriku, junto a la ya desaparecida casa Txokorrakua, había acampado una familia gitana que tuvo la desgracia de perder a un niño de muy corta edad. Condolido el barrio por la irreparable pérdida, se realizó una colecta para pagar el féretro en el que sería enterrada la criatura. 
Recuerda Jesús Mari que el pequeño féretro fue colocado sobre la mesa en el puente, siguiendo la vieja costumbre, y cómo  el cadáver de la criatura fue portado hasta la iglesia de Deba por cuatro muchachos del barrio: Joseba Alkorta (Goiz-alai), Mikel Egaña (Urasandi), Xabier Rodríguez Urquiri (Bustiñaga), y él mismo (Murgi).

Durante los últimos tiempos, tras la construcción en el barrio de Urasandi de nuevos edificios, habitados prácticamente todos ellos por gentes de Deba, han ido desapareciendo las seculares costumbres. Prácticamente todos los niños del barrio bautizados lo son en la iglesia de Santa María de Deba y todas las honras fúnebres de sus vecinos también tienen lugar en el mismo templo. Cambian los tiempos y cambian las costumbres.
Es por ello por lo que antes de que el tiempo borre de nuestras memorias los viejos rituales funerarios en estas dos riberas del Deba, la mutrikuarra y la debarra, como borrado ha quedado ya el viejo gorputz-bide, me he decidido a describirlos en estas líneas.